Los sistemas totalitarios
modernos nacieron en el siglo XX, consecuencia de malas prácticas adoptas por
la revolución industrial del siglo XIX. El totalitarismo fue la opción ante las
nacientes democracias, viciadas de una eminente anarquía por una falta de
tradición republicana y respeto a las instituciones, que representaban al
Estado.
El primero que pudo instaurar un
verdadero totalitarismo en el mundo fue Iósif Vissariónovich Stalin en la URSS.
En la década de los años 30, el heredero circunstancial de Lenin impuso con
mano de hierro, una fuerte represión a sus ciudadanos por medio de un gran
aparato de propaganda y el monopolio total de las armas. Pero, la condición
humana no es algo que se pueda controlar y eso llevo a los asesores de su régimen
a idear nuevas políticas para alienar a la población, la constante vinculación
de la figura de Stalin con todos los aspectos de la vida de los soviéticos,
moldeó de manera significativa la mentalidad de sus ciudadanos, cegando su
campo crítico y sumado a verdaderas amenazas extranjeras, sumergió a la gran
nación a un período oscuro, lleno de campos de de trabajos forzosos, prisiones
y muertes violentas.
Otros grandes dictadores
siguieron ese modelo de totalitarismo, aunque algunos con claras diferencias ideológicas:
Adolf Hitler en Alemania; Nikita Kruschev en URSS ; Mao Tse-Tung en China; Kim
Il Sung en Corea del Norte y Fidel Castro en Cuba. Si sumamos la cantidad de
personas que murieron dentro de esos sistemas totalitarios, la cifra pasa de 100
millones personas, evidencia positivista, que argumenta el gran peligro que
representan esos sistemas políticos.
Al final del siglo XX se pensaba
que aquellas oscuras dictaduras habían quedado en el pasado, que el mundo había
aprendido la lección de no dejarse seducir por las palabras de un líder carismático,
que utilizaba la violencia como método de disuasión. Quedaban pocos lugares
donde la represión fuera como en esos años oscuros de la década del 30 y 40. Sólo
sobrevivían Corea del Norte y Cuba como recordatorio de no repetir, el error del
totalitarismo.
Hoy en Venezuela se vive bajo la
sombra y recuerdo de un líder carismático, que mediante su lenguaje sedujo a
todo un continente, impuso su pensamiento con petróleo y mediante las armas
mantuvo una relativa paz en su nación. Ese líder ha muerto y las secuelas de
ello empiezan a perjudicar a muchas personas, la necesidad o la adicción de una
persona con las mismas características, envuelve al país en una grave crisis. Como
se maneje la situación puede conducir al país en dos vertientes, una donde se
promueva la unidad y el bienestar para un pueblo que arrastra vicios y
problemas con décadas de tradición.
Pero hay otra vertiente, la más
peligrosa, la que puede conducir al país a un sistema autocrático. El miedo de
perder el poder por parte de una elite, que se cree hereda legítima de un
liderazgo intransferible, puede conducir
a escenarios violentos y caóticos para el país. Alienar a la población y
controlarla puede ser una medida a tomar debido al desespero de esa élite.
Los venezolanos deben tomar la
responsabilidad de sacar su país adelante sin la dependencia de herederos y
liderazgo fugases, se corre el peligro de caer en una época oscura para la
nación petrolera, solo la unidad de todas las partes puede garantizar la
supervivencia del país y su avance hacia un mejor futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario