Mi querida Dariana, no
tuve la oportunidad de despedirme de ti cuando te fuiste. Me enteré por las redes sociales, pero
es mi culpa por no estar pendiente. Creo que a veces la cotidianidad y el
desenfreno por los deseos personales y los objetivos propuestos, pueden alejarte
de personas que quieres; parece un sacrificio no previsto en algunas ocasiones cuando
persigues tus metas. Sin embargo, no
quería dejar pasar la oportunidad en el marco de la Navidad para escribirte.
Aún recuerdo cuando te
conocí, estando tú en 6to grado y yo en 9no. Muchas cosas han pasado desde
aquel momento hasta ahorita. Pasamos muy buenos momentos en el liceo y tuve
oportunidad de tener una relación muy profunda y fraterna contigo. Cuando
pienso en eso, agradezco a Dios por la oportunidad de ver como fuiste creciendo de una niña, hasta convertirte en
toda una mujer; llena de aspiraciones, contradicciones, sueños y esperanzas;
siempre con una sonrisa y un humor contagioso que te invita a responder con una
sonrisa similar.
Hoy estás en otra latitud,
específicamente en la 0. Eso creo que no es causalidad, ya que estar en 0, representa
el punto donde estás ahora; estás en un punto de inicio, buscando nuevos
proyectos. Tienes un nuevo horizonte y estás por escribir una nueva
historia, que tendrá nuevos personajes, nuevos retos, nuevas oportunidades, pero
sobre todo, nuevas aventuras. Espero que siempre seas la protagonista de tu
propia historia, siguiendo tus ideales y haciendo lo que sientas que sea
correcto.
Por mí parte prometo
estar más pendiente de ti desde la distancia, observando tus nuevos logros con
el orgullo que siempre he sentido por tenerte como amiga.
Sé que tu historia no
es única, esta es la realidad de muchos venezolanos que se van en búsqueda de
un futuro mejor, pero siempre la sensibilidad toca más cuando se trata de
personas que quieres.
Espero que llegue el momento, en el que te pueda escribir
y decirte que Venezuela está cambiando, para que vuelvas y construyas el futuro
que tú quieras, aquí, en tú país.
Eso que te digo, no es
un sueño, si de algo puedas estar segura es que tendrás un amigo trabajando
día y noche para cumplir eso.
No quiero extenderme
más, pero si con esta carta te pude sacar una sonrisa, me doy por satisfecho,
porque el mejor regalo que te puedo dar es que a través de las palabras aún te
pueda transmitir mi cariño y aprecio.
¡Feliz Navidad Mi Fea!
Mucho cariño para ti y
tu mamá.